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7 buenas razones por las que toda pyme debería unirse a un clúster

Las pequeñas y medianas empresas tienen limitaciones evidentes en cuanto a economías de escala y economías de alcance, debidas fundamentalmente a su reducido tamaño y su habitual aislamiento. Además, las pymes suelen carecer de los recursos necesarios para desarrollar sus propias estrategias de innovación, quedándose así rezagadas respecto a las grandes empresas que disfrutan de sólidas herramientas para mantenerse competitivas en los mercados globales. Para poner remedio a estas limitaciones familiares a casi todas las pymes, las actividades de clustering y networking se han convertido en acciones esenciales del panorama europeo actual.

Efectivamente, la escasez de recursos siempre ha sido uno de los principales obstáculos para las pymes. En numerosas ocasiones no tienen capacidad para aprovechar oportunidades de negocio que requieren grandes producciones o la adquisición de suministros de forma regular; tienen dificultades para lograr economías de escala en la compra de insumos como equipamiento, materias primas o financiación; su tamaño constituye también una barrera importante para algunas actividades corporativas básicas como la formación de la fuerza de trabajo, el análisis exhaustivo de los mercados o la mejora continua de sus sistemas de producción. También encuentran dificultades a la hora de realizar una eficaz división interna del trabajo, que es una fuente clara de mejoras en la productividad. Por último, y debido a sus bajos márgenes de beneficio, las pymes a menudo se quedan estancadas en sus rutinas, incapaces de introducir mejoras innovadoras o de asomarse más allá de sus propios límites.

Esto no quiere decir que debamos subestimar el potencial de las pymes para innovar. De hecho, las pequeñas y medianas empresas tienen sus propias ventajas comparativas, como lo es su capacidad para responder rápida y eficazmente a entornos cambiantes. La mayoría de las pymes tienen sistemas y procedimientos simplificados que permiten actuar con flexibilidad, reciben un feedback inmediato de sus actividades, tienen cadenas de decisión cortas y son capaces de lograr una mejor comprensión de las necesidades de sus clientes en comparación con las grandes empresas[1].

No hay que olvidar que las pymes son consideradas como una de las principales fuerzas impulsoras del desarrollo económico. A nivel local, constituyen el pilar básico del tejido empresarial, contribuyendo de forma decisiva al crecimiento, dinamismo y generación de empleo de forma sostenible. Por lo general, emplean al mayor porcentaje de la fuerza laboral y son responsables de la mayor parte de las oportunidades de generación de ingresos. En muchas regiones de la UE, el sector de las pymes proporciona el mayor apoyo al desarrollo económico y regional, representando un medio clave para la movilización de los recursos de la región. Solo en el sector de las materias primas y la minería de la UE, 18.952 de las 19.237 (98,5%) empresas son pymes, representando el 35,5% de las personas empleadas en el sector[2].

En este contexto, ¿cómo pueden las pymes aprovechar sus fortalezas al tiempo que minimizan sus debilidades? Los expertos lo tienen claro: la agrupación en clústeres industriales es una de las estrategias más inteligentes para que las pymes aprovechen todo su potencial a través de las sinergias con otros actores. Las agrupaciones empresariales permiten a estas empresas establecer relaciones de cooperación con otras pymes, grandes empresas y todo tipo de instituciones relacionadas. En esta entrada de blog, hemos recopilado los que creemos son los principales beneficios que encuentra una pyme cuando se une a un clúster.

CREAN ALIANZAS ESTRATÉGICAS

Además de generar lazos entre empresas a lo largo de la toda la cadena de valor, los clústeres sectoriales crean fuertes vínculos con los gobiernos locales, los responsables de la formulación de políticas industriales, instituciones educativas, la sociedad civil y otros actores relevantes. Estos vínculos proporcionan a las pymes la oportunidad de tener voz a nivel institucional en defensa de sus necesidades específicas, algo difícil de conseguir de otro modo que no sea el asociativo. También les permite conocer de cerca las demandas de la sociedad civil, un punto esencial en el sector de la minería y la licencia social para operar (SLO).

LOGRAN ALTOS NIVELES DE ESPECIALIZACIÓN

Los clústeres industriales tienen el efecto de mejorar el rendimiento organizacional en toda la cadena de valor, logrando un alto grado de diferenciación entre las empresas que la conforman. Como resultado, es esperable que las pymes aumenten la diversificación de sus productos o servicios, mejorando así la rentabilidad, el conocimiento y la innovación. Los clústeres son responsables de canalizar estos servicios personalizados a grupos específicos de pymes, promoviendo esquemas de especialización que dan más oportunidades al desarrollo económico local[3].

OFRECEN UN ECOSISTEMA FAVORABLE A LA INNOVACIÓN

Está demostrado que la innovación tiene más oportunidades de ocurrir en la frontera entre distintas industrias y disciplinas. Los ecosistemas de innovación prosperan en la simbiosis, no en el aislamiento. Así, las actividades asociativas se convierten en fundamentales a la hora de facilitar una mirada más allá del propio sector y la búsqueda de inspiración en otros mercados. A través de sus acciones colectivas, los clústeres ofrecen múltiples oportunidades para la innovación y la colaboración multidisciplinar. A menudo albergan empresas innovadoras que permiten al resto de socios acceder a nuevo conocimiento de forma inmediata. Debido a la concentración geográfica característica de los clústeres, se fortalece la comunicación entre sus miembros y se intensifica el intercambio y difusión de nuevas y mejores prácticas. En los últimos años, los clústeres industriales se han convertido en sistemas de innovación privilegiados por su enorme potencial para el aprendizaje colectivo a nivel local.

CONSIGUEN MENORES COSTES DE PRODUCCIÓN Y TRANSACCIÓN

Debido a que sus miembros pueden reducir costes al tiempo que mejoran la personalización de sus servicios a clientes, los clústeres promueven una bajada de costes tanto de producción como de transacción. Esto genera además una atmósfera de cooperación y confianza que a menudo retroalimenta estas bajadas de costes.

MEJORAN LAS COMPETENCIAS Y LA GENERACIÓN DE VENTAJAS COMPETITIVAS

El desarrollo de ventajas competitivas sostenibles depende en gran medida de la generación de nuevo conocimiento y del fomento de una cultura de la innovación. Por esta razón, la mayoría de los países y regiones de la UE están promoviendo la creación de agrupaciones empresariales sectoriales dentro de las cuales las pymes pueden desarrollar sus competencias y ventajas competitivas frente a sus competidores globales mediante el uso compartido de recursos, capacidad innovadora y conocimiento. En este contexto, la función de los clústeres es integral, desde la eliminación de obstáculos al comercio al fortalecimiento y creación de nuevas cadenas de valor, desde la formación de profesionales cualificados a la búsqueda de financiación (tanto pública como privada) para el desarrollo de proyectos de innovación.

DAN ACCESO A UNA VARIEDAD DE PROVEEDORES Y MANO DE OBRA ESPECIALIZADA

Pertenecer a un clúster industrial significa estar en contacto con un nutrido grupo de proveedores de materias primas, equipamiento, financiación, consultoría y muchos otros servicios especializados. De este modo, el clúster facilita el logro de economías de escala en las pymes, por ejemplo, en la compra de insumos. Además, los clústeres promueven la concentración geográfica de gran cantidad de recursos, incluida la mano de obra especializada. De hecho, la mayoría de las agrupaciones empresariales incluyen entre sus actividades la colaboración con universidades y escuelas técnicas locales que proporcionarán los profesionales del futuro, fortaleciendo así el tejido social, económico e innovador.

ESTABLECEN VÍNCULOS COOPERATIVOS ENTRE EMPRESAS

Siendo el rasgo más evidente, no hay que dejar de señalar que los vínculos de cooperación que se establecen entre empresas son uno de los beneficios clave para las pymes que se unen a un clúster industrial. La proximidad geográfica y el interés común ayuda a las empresas a mejorar el aprendizaje compartido y a crear conocimiento innovador y sinergias rentables. En este caso se hace evidente que la suma de las partes supera el valor de cada empresa o institución individual. Tanto los intercambios informales como las interacciones más organizadas fortalecen las cadenas de valor y garantizan un crecimiento económico sostenible que en último término se traduce en desarrollo económico regional.

Gran parte de los beneficios que una pyme obtiene de su pertenencia a un clúster deriva de su capacidad para concentrar la actividad económica tanto geográfica como sectorialmente[4]. Esta concentración geográfica y sectorial permite reunir actividades y recursos clave, desde proveedores, compradores y exportadores, hasta instituciones gubernamentales, educativas, proveedores de servicios y agencias de todo tipo que apoyan a las pequeñas y medianas empresas en actividades esenciales como el desarrollo de productos, incorporación de nuevas tecnologías, acciones de formación y marketing y mejora de los procesos productivos.

Los clústeres son fundamentales no solo para promover la competencia y la cooperación, sino también para ayudar a las pequeñas empresas a superar los desafíos a los que se enfrentan en un mundo cada vez más complejo y globalizado. Todas estas razones posicionan al clustering como herramienta indispensable para que las pymes se beneficien de vínculos decisivos con redes nacionales, regionales y globales de empresas, instituciones y cadenas de valor.


[1] Strategy development by SMEs for competitiveness: A review. August 2008. Benchmarking An International Journal 15(5):525-547 DOI: 10.1108/14635770810903132.

[2] Eurostat, key size class indicators, mining and quarrying (NACE Section B), EU-28, 2016.

[3] European Cluster Policy –using clusters to support innovation in SMEs across European Macro-Regions. Dr Anna Sobczak, Policy Officer for clusters & emerging industries. Internal Market, Industry, Entrepreneurship and SMEs, European Commission.

[4] C. Mason, T. Castleman and C. Parker, Communities of enterprise: developing regional SMEs in the knowledge economy, Journal of Enterprise Information Management, vol. 21(6), pp. 571-584, 2008.

Nota: Mapa que muestra el enorme número de clústeres de diferentes sectores y regiones en la UE. Fuente: European Cluster Collaboration Platform.


El cobre, un metal en alza por sus potentes propiedades antimicrobianas

Los estudios más recientes demuestran que el virus SARS-CoV-2 sobrevive varios días en superficies de plástico, cristal y acero inoxidable, pero se desintegra en unas pocas horas en superficies de cobre.  Este hecho no ha sorprendido a los expertos en materiales, que conocen desde hace tiempo las propiedades antimicrobianas de este metal.

El cobre ha demostrado su poder antimicrobiano en numerosas ocasiones. Ya en 2015 se comprobó su capacidad para destruir el coronavirus 229E, un pariente cercano al causante del COVID-19 que provoca resfriados comunes y neumonía. Mientras que el virus sobrevivía hasta cinco días en acero inoxidable y cristal, el cobre acababa con él en cuestión de minutos.

La capacidad desinfectante del cobre no era ajena tampoco a nuestros antepasados. Hay muestras de su uso para la desinfección de heridas y la potabilización de agua de hace más de 3000 años (aparece mencionado, entre otros documentos, en el Papiro Smith). Egipcios, fenicios, chinos y otras civilizaciones de la antigüedad han conocido estas propiedades y las han utilizado para prevenir enfermedades e infecciones.

Tomando esto en consideración, sorprende que el acero inoxidable esté tan presente en espacios públicos de todo el mundo y sin embargo no encontremos materiales de cobre más a menudo, especialmente en infraestructuras de centros hospitalarios o de uso masivo de personas, como los transportes públicos en grandes ciudades o intercambiadores.

Algunos estudios recientes ya demuestran la efectividad del uso de superficies de cobre para reducir las infecciones en centros de salud y hospitales. El profesor de microbiología e inmunología Michael G. Schmidt, del Medical University of South Carolina, realizó un estudio durante más de 3 años con el que demostró una reducción de hasta el 58% de infecciones debido al uso de superficies de cobre donde antes había plástico, madera o acero inoxidable.

A pesar de todas la pruebas a su favor, el cobre aún no se utiliza de manera estándar para este tipo de usos en espacios públicos y de salud, en parte por las limitaciones de financiación. Aunque sus propiedades de resistencia mecánica y durabilidad son equivalentes a las del acero inoxidable, el cobre es, por lo general, un 25% más caro, siendo esta diferencia variable en función de su demanda en los mercados globales.

Otra gran ventaja del cobre es que su poder antimicrobiano no desaparece con el tiempo. Expertos en este material han demostrado su actividad bactericida en superficies de espacios públicos con más de 100 años de uso, lo que sin duda debería impulsar con más fuerza su progresiva introducción, sobre todo en la planificación de nuevas infraestructuras.

¿A qué debe el cobre su potente poder antimicrobiano? Otros metales de transición como el oro y la plata también poseen esta propiedad, pero en menor medida. Es la configuración electrónica del cobre, con un electrón libre en su orbital más externo, la que provoca una alta reactividad del material con cualquier elemento en contacto con su superficie. Esta propiedad es también la que hace del cobre un excelente conductor eléctrico, de ahí su uso habitual en instalaciones eléctricas.

Cuando un agente microbiano se encuentra sobre una superficie de cobre, los iones destruyen el patógeno impidiendo la respiración celular y perforando la membrana celular o el recubrimiento de los virus, y creando radicales libres que aceleran esta destrucción. Y lo más relevante es que estos iones destruyen el ADN y ARN dentro de la bacteria o virus, evitando posteriores mutaciones resistentes a los medicamentos.

Aunque el uso del cobre como antimicrobiano es aún muy limitado, la demanda de este metal sigue en aumento. En los últimos 25 años esta demanda se ha duplicado a nivel global, lo que tiene mucho que ver con su capacidad para ser reciclado sin perder ninguna de sus propiedades. Solo en la Unión Europea se estima que el 41% de la demanda de cobre se cubre a través de la recuperación y reciclaje de desechos de fabricación de la cadena de valor y de productos que han llegado al final de su vida útil.

En España, la mayor parte de la producción nacional de cobre procede de las minas andaluzas de la Faja Pirítica, seguidas muy de lejos por las minas de Asturias y Extremadura. De hecho, en la actualidad Andalucía provee prácticamente el 100% de la producción de cobre nacional, proveniente principalmente de Cobre las Cruces en Sevilla, uno de los yacimientos de cobre más ricos del mundo, Atalaya Riotinto Minera, con 197 millones de toneladas de reservas de este mineral y Minas Aguas Teñidas en Huelva. 

Se tiene constancia de que el cobre fue uno de los primeros metales utilizados por el hombre, y no en vano da nombre al periodo de la prehistoria situado entre el Neolítico y la Edad del Bronce. Dadas sus magníficas propiedades y los retos a los que nos enfrentamos en la actualidad, no es nada arriesgado prever un uso al alza de este metal en un futuro próximo.

Nota: Todas las imágenes utilizadas en esta entrada son Wikimedia Commons.


¿Qué coste tiene la contaminación de suelos debida a la actividad extractiva?

Se estima que en la Unión Europea existen actualmente alrededor de 2.5 millones de lugares con suelos potencialmente contaminados, de los que al menos el 14% requieren acciones de descontaminación tras haber sido afectados por diversas actividades mineras, industriales y urbanas. Por el momento, solo una pequeña parte de estas áreas ha sido remediada, dejando alrededor de 300,000 sitios contaminados a la espera de ser restaurados.

Aunque la actividad minera es una fuente importante de contaminación del suelo en algunos países de la UE, desde luego no es la única. La industria metalúrgica es a menudo señalada como la fuente más frecuente de contaminación (representa el 13% del total de suelos contaminados), siendo los contaminantes más frecuentes los aceites minerales y los metales pesados.

Los suelos contaminados tienen un coste muy alto, tanto para el sector privado como para las administraciones públicas. Su correcta restauración a menudo es un procedimiento largo, costoso y técnicamente complejo. Según datos del programa americano Superfund, Estados Unidos gasta entre 300 y 700 millones de dólares anuales en remediación de suelos. En la UE no contamos con una cifra equivalente, pero se estima un gasto promedio de 1€ por millón de euros de PIB nacional en la gestión y remediación de sitios contaminados, la mayoría financiado por presupuestos públicos.

La Directiva 2006/21/CE regula en la UE la gestión de los residuos de las industrias extractivas a fin de controlar el riesgo de accidentes graves y permitir el desarrollo de nuevas técnicas para la gestión de las minas una vez éstas se agotan o se abandonan. Esta regulación exige la rehabilitación de las áreas degradadas, entendiendo la rehabilitación como el tratamiento adecuado de la tierra afectada de modo que la misma vuelva a un estado cercano o idéntico al original, con especial atención a la calidad del suelo, la fauna, los hábitats naturales, las aguas y el paisaje.

Esta Directiva afecta a un área estimada de 40,100 km2 en la UE, que es el área correspondiente en la actualidad a los suelos afectados por proyectos mineros activos. Comparado con otras regiones del globo, la cantidad de suelos contaminados en Europa está muy por debajo de la de otros continentes, lo que refleja por un lado el alto grado de regulación y monitorización existente y, por otro lado, una tendencia generalizada a reducir las actividades mineras en nuestro continente en las últimas décadas.

A nivel global, las estimaciones acerca de la extensión de tierra afectada por la minería oscilan entre los 300,000 y los 800,000 km2. Es un hecho que la minería se está expandiendo en respuesta a las crecientes demandas sociales de minerales energéticos, metales y otros minerales de construcción e industriales. Desde la década de 1970, la extracción de metales ha aumentado en más del 75%, los minerales industriales no metálicos en un 53% y los materiales de construcción en un 106%. El principal desafío para el futuro será resolver el serio conflicto entre el impacto creciente de este aumento de la demanda de recursos minerales esenciales para la transición energética y la necesidad de proteger y restaurar los bienes y servicios medioambientales.

Comprender el coste que supone para la economía la contaminación de suelos y su gestión es clave para concienciar y promover soluciones sostenibles. La pérdida de servicios ecosistémicos debida a la degradación de la tierra representa anualmente una reducción del 10-17% del PIB mundial. La estabilización y restauración de suelos contaminados suele requerir esfuerzos a largo plazo centrados no solo en las condiciones de la zona afectada, sino también de los sitios adyacentes, áreas vecinas afectadas por la contaminación del agua, áreas distantes afectadas por emisiones de polvo e infraestructuras como carreteras y ferrocarriles.

Las iniciativas actuales de la UE para el desarrollo de nuevas tecnologías y métodos tienen como objetivo eliminar o neutralizar los contaminantes de estos suelos para que puedan iniciarse nuevas actividades que mantengan viva la economía local y mejoren la aceptación social y la sostenibilidad. En próximas entradas, profundizaremos en estas técnicas y métodos de remediación.

Imagen de cabecera: Mapa de minas activas de minerales energéticos y metálicos. Fuente: SNL Metals & Mining Database, 2017.


Europa busca nuevas oportunidades para proyectos de minería sostenible

A medida que aumentan las tensiones políticas a nivel global, aumenta también la preocupación de los responsables políticos de la UE acerca del suministro de determinadas materias primas imprescindibles para la industria europea. Esta preocupación se ha traducido en un renovado interés por iniciar nuevos proyectos mineros en territorio europeo.

Esto no es nada fácil desde el punto de vista de la licencia social para operar, esto es, el consentimiento de todos los actores sociales para llevar a cabo proyectos mineros en sus territorios. Persiste en la sociedad una idea de la minería como una actividad del pasado, contaminante, que solo tiene lugar en lugares remotos del planeta y de la que prácticamente nunca tenemos noticias positivas. Esto se une a un desconocimiento bastante generalizado del papel que juegan las materias primas no solo en nuestro día a día, sino en un futuro sostenible y de bajas emisiones.

Lo cierto es que actualmente la UE importa la mayoría de los materiales que utiliza, lo que mantiene un constante déficit comercial desde 2002. Solo en 2019 ese déficit ascendió a 31,000 millones de €.

Si bien la minería en el resto del mundo ha aumentado exponencialmente en los últimos años, en Europa se ha mantenido constante, o incluso ha descendido de forma notable, como es el caso de la minería del carbón y el lignito. Esto implica que la UE representa ahora una parte mucho menor de la minería global que hace unas décadas.

En este sentido, la industria minera europea reclama que no opera en igualdad de condiciones en lo que respecta a la competencia internacional. También existe la preocupación de que muchas de las materias primas esenciales para Europa provienen de partes del mundo que carecen de estabilidad política y económica.

Ante esta situación, la UE apuesta por la estrategia que más opciones nos da a nivel global: utilizar la eficiencia tecnológica y nuestros altos estándares medioambientales como ventaja competitiva. Los elevados costes que supone la introducción de tecnologías y servicios innovadores se compensan con una mayor productividad y eficiencia. En este sentido, las empresas de la UE están a la vanguardia de la innovación en el suministro de materias primas.

Desde que en 2008 la Comisión Europea adoptara la denominada Iniciativa sobre Materias Primas, Europa está mejor preparada para enfrentarse al problema de acceso a materias primas. Solo entre 2018 y 2020 la Comisión ha asegurado una financiación de más de 1,000 millones de € para proyectos de investigación e innovación relacionados con las materias primas a través del programa Horizonte 2020, lo que da una idea de la relevancia que ha adquirido este tema para los responsables políticos.

Otra fuente de financiación proviene del Instituto Europeo de Innovación y Tecnología (EIT), que ha financiado desde su fundación en 2015 proyectos de innovación y educación sobre materias primas por valor de más de 130 millones de € y ha recaudado inversiones externas para apoyo a start-ups por valor de 126 millones de €. 

Este apoyo de la Comisión a las materias primas y la minería va a ser fundamental en los próximos años. Actualmente el foco está centrado en recopilar información precisa sobre los depósitos disponibles de reservas minerales en territorio europeo, no necesariamente para abrir nuevas minas, sino también para expandir las minas existentes u operarlas de manera más eficiente.


El litio como material estratégico para la transición energética en Europa

El litio es el componente esencial de las baterías necesarias para la movilidad eléctrica, para todo tipo de dispositivos electrónicos y para los sistemas de almacenamiento energético que garantizarán un suministro constante de energía procedente de fuentes renovables.  

Estas aplicaciones hacen del litio uno de los elementos más estratégicos de la economía global en los próximos años, al ser clave para la transición energética y los objetivos de reducción de emisiones de gases invernadero.

A pesar de contar con 14 proyectos de prospección de activos, la Unión Europea aún no ha comenzado una producción de litio estable, lo que genera una balanza comercial negativa no solo en la adquisición de litio, sino también en la compraventa de baterías. Por otro lado, la Comisión Europea se propone liderar tanto el mercado global de coches eléctricos como la transición energética, lo hace nuestra economía altamente dependiente de las importaciones de litio.

En este contexto, la Comisión Europea está tomando medidas para lograr una producción estable de mineral de litio y centralizar la manufactura de baterías en territorio europeo. Otra serie de medidas están dirigidas a garantizar que las baterías tanto fabricadas como importadas por la UE cumplan los más altos requisitos medioambientales, incluida la utilización de un litio procedente de técnicas de minería sostenibles y respetuosas con el medioambiente.

A este respecto, el pasado mes de diciembre el vicepresidente de la Comisión Europea, Maroš Šefčovič, advirtió que la Unión Europea prohibirá la comercialización de aquellas baterías que no cumplan con los más rigurosos estándares medioambientales en su fabricación. Esto incluye la condición de que el litio con el que se fabrican estas baterías deba provenir de una fuente respetuosa con el medioambiente y las comunidades locales. 

Para lograr este ambicioso objetivo, el ejecutivo de la UE acaba de aprobar ayudas por valor de 3,200 millones de € en proyectos propios a desarrollar en territorio europeo. Šefčovič calcula que esta cantidad atraiga otros 5,000 millones de € en inversión privada. Solo Alemania tiene como objetivo inyectar más de 1,000 millones de € en diversos proyectos de baterías, siguiéndola de cerca Francia con una inversión de 960 millones de €.

Battery Alliance está definiendo los estándares ambientales para las baterías, de las que la UE podría obtener una cuota de mercado equivalente a 250 millones de € en 2025. 

Esta futura lista de criterios medioambientales hará particular hincapié en la sostenibilidad de la extracción de litio en territorio europeo. En la actualidad existen hasta 10 proyectos mineros de litio que, de desarrollarse, podrían permitir a la UE pasar del 1 al 30% de la producción mundial de litio en 2030.


¡Bienvenidos al blog del Clúster para la Minería Sostenible!

Os damos la bienvenida a este blog dedicado a la minería sostenible en su sentido más amplio, donde tendrán cabida artículos de muy diversas temáticas, desde la perspectiva tecnológica, haciendo revisión de las últimas técnicas, métodos, desarrollos e innovaciones relacionados con toda la cadena de valor de la minería, hasta debates de carácter social, económico o político esenciales para el mundo de la minería y sus servicios asociados.

La cadena de valor de las materias primas y la minería comprende aspectos muy complejos que van desde las regulaciones regionales, nacionales y europeas al acceso a la tierra para proyectos de exploración, la necesidad de una fuerza de trabajo cada vez más cualificada, el acceso a datos geológicos precisos, la adecuación de las nuevas tecnologías, la financiación, la aceptación social, la degradación medioambiental y muchos más. Trataremos en este blog de tocar todos estos temas y buscaremos aportaciones de expertos que nos ayuden a profundizar en los temas clave de la minería europea.

Pretendemos también dar voz a través de este blog a todos los miembros del clúster que quieran participar en él con sus aportaciones, intereses o actividades. Será un espacio en el que abrir debates, contrastar opiniones y plantear las soluciones políticas, técnicas o económicas que los socios conozcan más en profundidad.

Esperamos que nos sigáis de cerca y aportéis vuestras ideas y comentarios para poner en común conocimientos valiosos y perspectivas diferentes. ¡Sois todos bienvenidos!


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